Os presento un pastel ideal para los amantes incondicionales del chocolate entre los cuales me incluyo…
Supongo que conoceréis la gama de una conocida marca de chocolates que los combina con “de todo..!!” De entre ellos, uno de mis favoritos es el de caramelo, aunque también me encanta el de sea salt, o sal marina. Pues bien, este pastel es un homenaje a mi tableta de chocolate y caramelo de Lindt con la que tan buenos ratos he pasado vis a vis en el sofá.
Está relleno de una crema que me encanta y uso mucho; a base de merengue y mantequilla. Esta última para darle algo de consistencia y que no se caiga al poco tiempo. Cuando la hago para frosting utilizo una pastilla de mantequilla de 250 g entera, pero aquí he usado la mitad. Es suficiente. Tiene la textura de la moka, pero el sabor del merengue.
Ingredientes:
- 150 de chocolate de postres o cobertura.
- 4 huevos.
- 150 de azúcar.
- 150 de mantequilla.
- 2 huevos para el merengue.
- 3 cucharadas de azúcar.
- 125 de mantequilla punto pomada.
- 60 g de azúcar para el caramelo.
- 20 cc de agua.
Preparación:
En primer lugar vamos con la crema. Hacemos un merengue montando las dos claras a punto de nieve y añadiendo el azúcar en el momento final. Recordad!… es mejor que las claras estén a temperatura ambiente y sin son de huevos viejos montan mejor. Un truco es separarlas de las yemas el día anterior y luego sacarlas de la nevera un tiempo antes. Si el recipiente tiene algo de grasa, o agua, o restos de yema, las claras no van a montar.
En el último momento incorporamos la mantequilla y batimos hasta integrar. Lo reservamos en una manga en la nevera.
La base del pastel es bien sencilla, se mezcla el chocolate, fundido previamente al baño maría, y la mantequilla también fundida. Se añaden los huevos y el azúcar y se bate. Se coloca en un molde grande y bajo, como los de lasagna de aluminio, engrasado previamente, o con un papel de horno es su base para que no se peque.
En el horno precalentado a 180º se deja una media hora al baño maría. Es decir, llenamos de agua la bandeja del horno (como si fuera una piscina ;D) y introducimos dentro el molde (como si fuera una isla). Yo la bandeja la lleno con vasos de agua. Es decir, no llenéis la bandeja y os vayáis paseando con ella por la cocina porque es un grave error.
Una vez frío el pastel, lo desmoldamos, le damos la vuelta, pues el aspecto de abajo es más liso y uniforme, cortamos trozos rectangulares y los reservamos.
Preparamos el caramelos poniendo al fuego y al mismo tiempo el azúcar y el agua. No hay que tocarlo ni removerlo, veréis burbujas blancas, espuma… burbujas más grandes, y de repente empezará a tornar dorado, lo apartamos del fuego y lo vertemos en un recipiente.
Sobre una hoja de papel de horno derramamos un poco y cuando esté firme lo machacamos para hacer cristales de caramelo.
Tomamos una base cuadradita extendemos la crema con la manga o con una cuchara si no os apetece hacer florituras. Colocamos sobre ella los cristales de caramelo.
Ya sólo nos falta colocar encima la otra capa de pastel. Si os está emocionando el asunto podéis hasta levantar tres capas o cuatro…. Pero con dos es suficiente creedme!
Finalmente, por si os ha gustado la decoración de arriba os diré que es muy sencilla. Basta con verter algo de caramelo sobre el papel y cuando está en un punto que ni es líquido ya, ni aun ha llegado a solidificarse del todo, con un tenedor intentáis tomar un poco y elevarlo hacia arriba, y si bailáis con el tenedor recogiendo y dejando el caramelo éste se empieza a enredar y formar caprichosas formas. Es muy divertido.