Después de unos días de calor sofocante en que he sobrevivido a base de ajoblanco Alvalle con trozos de melón, por vagancia pura e incapacidad de cocinar, hoy estalló la tormenta a eso de las siete de la tarde. El cielo se oscureció y empezaron a caer chuzos de punta.
Mi crema de zanahoria con jengibre hacía chup chup; en un arranque de orgullo había decidido cocinar algo digno y diferente para tomar fresquito en la cena. Una receta que tenía anotada, de esas que guardo recortadas de forma tosca, pero ordenada.
Aun no me he animado a comprar el trípode. Las tablas y cachivaches invaden mi casa, como para meter otro monstruo más. Así que con la poca luz de esta tarde, como no me he atrevido a disparar por debajo de 100, aunque tengo un objetivo fijo de 1,4 me he visto obligada a aumentar la ISO a 1600. Los que me seguís ya os estaréis haciendo cargo de la oscuridad que había en mi cocina a eso de las 8 de la tarde para tener que disparar con esos parámetros…. Los que no me seguís, tranquilos que ya estoy con vosotros, pero necesitaba justificarme ante determinado sector de mis lectores por la malísima calidad de las fotos de hoy, que tienen más grano que una paella.
Bueno, ésta del jengibre no me ha quedado del todo mal….
Y sí, el jengibre es junto a la leche de coco lo que le da el punto a la receta de hoy. Una crema fría, de zanahoria, ideal para el calor, con dosis extra de betacarotenos para broncearnos a toda caña.
Ingredientes:
– 500 g de zanahorias.
– 1 puerro.
– 1 cebolla pequeña.
– 200 ml de leche de coco.
– Un trozo de jengibre rallado. 30/50 g.
– Aove.
– Sal.
Preparación: En una cazuela pechamos unos minutos con un hilo de aceite la cebolla con el puerro. Incorporamos la zanahoria en trocitos y el jengibre rallado. Cubrimos con agua y dejamos cocer unos veinte minutos, o hasta que la zanahoria esté blandita. Salamos.
Añadimos la leche de coco dejando un poco para decorar. Retiramos del fuego y trituramos hasta que quede bien fino. Si es preciso lo pasamos por un chino.
Dejamos enfriar primero a temperatura ambiente y luego en la nevera.
Servimos muy fresquita adornada con leche de coco y unas gotas de aove, o cebollino para darle un toque de color.
Por supuesto que es una crema refrescante y muy versátil que lo mismo nos sirve para comer en la playa, si la llevamos en un termo, que para formar parte de un coctel en casa servida en pequeños vasitos de cristal. Una receta deliciosa, original y que vamos a preparar en más de una ocasión, seguro, durante lo que se avecina como un sofocante verano. Tras el mes de junio más caluroso desde 1.880, julio no está resultado nada mal….
Animo! En invierno lo echaremos de menos.