Ahora los Doowaps se llaman Weikis! o al menos eso dicen mis hijos. Así que todas las recetas de doowaps de la blogosfera acaban de quedar desfasadas al menos en cuanto al título.
Es lo mismo que cuando las natillas de toda la vida, las de color amarillo, pasaron a llamarse Danet. Creo que porque no llevaban huevo, que es un ingrediente esencial en la natilla. No se qué le falta o le sobra al Doowap para que tenga que llamarse Weiki. Cosas de marcas o marketing publicitario.
No queda lejos el día en que pase a llamar a ésto 2B Gourmet, en lugar de To be Gourmet, pero me reservo el momento. Al igual que la botella de coca-cola tendré que reinventarme para seguir en la ola.
La semana pasada, mientras mis hijos estaban en la academia de inglés, aprendiendo entre otras cosas a pronunciar correctamente Weikis, entré a curiosear en la tienda de Woman’s Secret. Salí con un balsamo labial que me compré por lo bonita que era la caja porque tengos unos doscientos, aunque no sé dónde porque los voy perdiendo.
También me llevé un par de cositas más porque había no se qué promoción para hacértelas comprar. El caso es que salí de la tienda con bolsa y todo. No estaba previsto.
La bolsa era casi tan bonita o más que la cajita de la crema de labios, lo cual me creó el problema de siempre: no sé que voy a hacer con esta bolsa pero no la voy a poder tirar.
Algo tenía que hacer con aquella bolsa, así que cuando invité a mi amiga Susana a tomar un café con estos bollos, decidí reutilizar la bolsa para hacer un mantelito individual y algún posavasos.
Aquí teneis el resultado…
Tengo un serio problema con las bolsas bonitas. No puedo tirarlas. Las guardo. Es desolador; he tenido que dedicarles un cajón de un armario. Les voy reservando un destino adecuado: la devolución de un libro, de un tupper que me han prestado, y se las entrego siempre a alguna amiga como si fuera un regalo. Luego les pierdo la pista. No sé si a su vez ellas tienen un cajón de las bolsas bonitas, o les trae sin cuidado.
Guardo alguna de hace más de cuatro años, me acuerdo perfectamente lo que contenía. No se si puede ser un sindrome de Diógenes “ilustrado”. En realidad, ese trastorno afecta a personas mayores, y lo que acumulan no es precisamente bello, sino más bien basura. Pero lo almacenan de forma exagerada, ocupando todo el espacio posible.
Quizá este reciclaje sea una manera de atajar mi problema. No he podido dar mejor destino a esa bolsa tan divina. Difundirla por el ciberespacio y perpetuarla.
– 50g de levadura de panadería.
– 60 cc de aceite de oliva.
– 2 yemas de huevo.
– 2 cucharadas de vainilla líquida.
– 500 g de harina de fuerza.
– 80 g de azúcar.
– una pizca de sal.
– una bolsita de pepitas de chocolate Vahiné.
Preparación:
Antes de empezar se recomienda congelar las pepitas de chocolate, de este modo no se fundirán al meter la masa en el horno.
En un cazo, templamos la mitad de la leche junto con la levadura. Añadimos las yemas, la vainilla, el aceite, el azúcar y la sal. Con la batidora mezclamos en el vaso la mitad de la harina con el resto de la leche y la añadimos poco a poco al cazo y vamos revolviendo. Pasamos la mezcla a un bol y añadimos la harina restante poco a poco y revolviendo con una cuchara de madera. Cuando veamos que se empieza a formar la masa la colocamos sobre la mesa y vamos incorporando toda la harina hasta tener una bola.
Dejamos reposar la masa hasta que doble su volumen. Después hacemos las bolitas partiendo la masa a la mitad, y luego a la mitad, y así sucesivamente, hasta tener 24. Añadimos las pepitas de chocolate a la masa envolviéndolas para que queden dentro. Pintamos los bollitos con la ayuda de una brocha con huevo batido, y los adornamos con alguna pepita por fuera. Finalmente, los metemos en el horno a 180º durante 10 o 15 minutos hasta que esté dorados.
Ya los tenemos! doowaps o weikis!! ….lo mismo da, están buenísimos.