Me parece fenomenal lo de poner el Nacimiento y el árbol de Navidad, la iluminación de las calles y salir a comprar regalos…. Pero si no horneamos galletas de abetos o renos y nos las tomamos viendo nevar tras la ventana como que no es igual.
Lo de nevar no es cosa fácil, pero un buen chocolate caliente puede causar el mismo efecto de calor de hogar. Así que para ir entrando en ambiente os dejo estas galletas con forma de reno ideales para entretener estas largas tardes de invierno que ya están aquí, y por supuesto para compartirlas con las visitas y los niños que vienen a merendar… “en esas fechas tan entrañables”.
Como aun contamos con la compañía de los abuelos y en la familia nos llevamos todos muy bien, la Navidad me sigue pareciendo una de las épocas más bonitas del año. Sé que para muchos son como una piedra en el zapato que están deseando sacarse para continuar caminando sin molestias el resto del año. Es una lastima.
A los amigos los eliges, los mantienes o les das la patada si te han salido rana, pero el tema de la familia es para siempre, y a lo largo de la vida hay demasiadas bodas, funerales, y…. Navidades. Así que me considero verdaderamente afortunada. Y espero seguir horneando galletas navideñas por muchos años más.
Aprendí a hacer galletas perfectas en un taller y nunca hubiera imaginado el provecho que le he sacado a aquella mañana. Esta que os enseño es lo más sencillo del mundo, porque solo lleva el borde de glasa blanca, no necesita nada más.
Así que el asunto es conseguir que al sacarla del horno conserve la misma forma que dibuja el cortador. Eso se consigue utilizando debidamente el frío y el calor.
La cortaremos con la masa muy fría, la desmoldaremos y la volveremos a enfriar. Cuando la metamos en el horno precalentado debe estar dura como…. un pedazo de madera. Esa es el cuestión.
No me he entretenido demasiado en que la glasa estuviera perfectamente aplicada. Es más, buscaba justo el efecto contrario, para darles el aire imperfecto de lo hecho en casa. Así que una cosa menos por la que os tenéis que preocupar.
Ingredientes:
– 1 huevo L.
– 500 g de harina.
– 250 de azúcar.
– 250 de mantequilla punto pomada.
– Un chorrito de esencia de vainilla.
– Sal.
Preparación: Batimos el azúcar con la mantequilla, luego incorporamos el huevo y seguimos hasta integrar. Agregamos la esencia de vainilla y una pizca de sal. A continuación vamos agregando poco a poco la harina hasta obtener una masa consistente que no se pegue en los dedos.
Con estas cantidades salen unos diez renos, aunque por las imágenes ya podéis observar que son de un buen tamaño.
Extendemos una parte de la masa, tratando de que la superficie quede lisa y nivelada, preferiblemente con ayuda de unas guías. Refrigeramos al menos dos horas para que esté bien dura a la hora de cortar.
Marcamos los renos con el cortador tratando de aprovechar al máximo el espacio, y los colocamos en una bandeja sobre papel de horno. Si podemos los refrigeramos de nuevo unos quince minutos y a continuación las horneamos a 180º. No olvidéis precalentar el horno.
Sacar cuando los bordes comiencen a dorarse, aunque parezcan poco hechas, al enfriarse endurecen. Calculad unos 10 minutos.
Para la elaboración de la glasa os remito al post de las galletas de Navidad que hice el año pasado que además os van a encantar. Podeís verlas AQUI.
Con la glasa en la manga y la boquilla del nº 2 hacemos dibujamos el contorno del reno para rematar nuestras galletas de Navidad.
Estas galletas, es mejor elaborarlas en soledad. Os aconsejo prescindir de la romántica escena de hacer galletas con niños, depende de la concurrencia, puede ser un infierno.
Ultimamente hago un duro casting antes de admitir amiguitas cocineras; tengo recuerdos horribles de alguna niña muy modosita y con aparente buena educación que bien podía ser Mowgli el niño de la selva, así que mejor que le haga las galletas su propia mamá.
Una idea fantástica también como detalle o regalo, simplemente envuelta en papel de seda, o papel kraft, y decorada con un washitape con motivos silvestres.