Como 28 de diciembre que es, día de los santos inocentes, he pensado que era una buena ocasión para presentaros un buen surtido de comida de plástico, sí plástico puro y sobre todo duro para el tacto y el paladar. Se trata del conocido Sanpuru, que viene del ingles sample (ejemplo) como muchas palabras japonesas, y que se exhibe en la inmensa mayoría de los restaurantes que uno encuentra cuando viaja a Japón, y también en los comercios de alimentación. Réplicas que parecen una broma pero a lo grande!
Las podemos encontrar dentro o fuera del establecimiento, en el escaparate, y constituyen una verdadera atracción turística ya que la perfección de las reproducciones llega al extremo de hacer dudar ante al realidad o no de lo que estamos viendo.
La idea surgió en un restaurante de Tokio hace nada más y nada menos que cien años y su implantación le hizo multiplicar las ventas. Sus vecinos no tardaron en imitarle y a día de hoy la empresa Iwasaki Co. es una máquina de hacer comida….. de plástico! Inicialmente se hacía con cera pero con plástico líquido y a partir de moldes de silicona se pueden conseguir verdaderas maravillas incomibles.
Un día como hoy, me arrepiento de no haber hecho alguna compra “simpática” en Kappanbashi-dori, una famosa calle comercial en la zona de Akasuka (Tokio) donde podemos encontrar cientos de artilugios, herramientas y útiles para hostelería. Me estoy imaginando una cena navideña de esas de dejar al personal boquiabierto, no tanto por la decoración ideal, o el punto del solomillo, sino por el flash de encontrarse con lo nunca visto, al menos en nuestro continente.
Si tenéis la oportunidad de viajar a Japón y queréis saberlo todo sobre este “arte” una visita a Gujo-Hachiman se hace imprescindible. En esta localidad se abrió el primer taller de réplicas de comida, y hoy en día es casi una ciudad tematizada, en donde se puede incluso asistir a un taller de sampuru por unos 1000 yenes (8 euros). Un montón de tiendas y miles de artículos, ya no solo platos para restaurantes, sino… un anillo nigiri…!!
El proceso de fabricación de estas maravillas, del todo indigestas, es minucioso y muy detallado. El restaurante ha de enviar una muestra del plato y en el taller realizan un molde de silicona exclusivo que puede ser para el conjunto del plato o para algunos de sus ingredientes. Una misma sopa de algas puede tener un diferente acabado según proceda de uno u otro taller.
Las pinturas es otro capítulo importante; se trata de dar el color exacto para conseguir el acabado más realista posible.
Como por otra parte parece lógico, si trazamos un paralelismo con los carteles y fotografías que encontramos en los bares y restaurantes más turísticos de nuestro país, no hemos encontrado este tipo de “información” o “anuncio”, en forma de comida de juguete, en los locales del más nivel o de una categoría superior ni en los estrella Michelín de la capital nipona.
Sin embargo sí hemos encontrado reproducciones de dulces y otros productos en los mostradores de las tiendas de todo tipo, algunas incluso elegantes, como es el caso de la imagen inferior en donde se exhibe el famoso “kasutera” que es un bizcocho japonés hecho con azúcar, harina y huevo que en algunos restaurantes sirven como “el huevo”. O como la primera imagen con la que comienza este post.
Ciertamente estas reproducciones ayudan bastante a hacerse una idea de lo que hay en el interior de una caja cerrada, al margen de lo que ponga la etiqueta, con lo cual su papel es aun más importante en ocasiones, que en el caso de la comida de los restaurantes.
De lo que no pueden dar idea, y es una pena, es del sabor y sus matices, cosa importante en un país con unas costumbres y cultura culinaria tan diferente, en donde el azúcar casi no se concibe y la sal asoma escasamente en algún plato. Los dulces son poco dulces, y los alimentos conservan ese sabor puro sin ayuda de nuestro potenciador por excelencia, pero ingredientes como la soja cubren esa necesidad.
Seguramente lo más extravagante de la exhibición de estas réplicas es cuando las encontramos desafiando la ley de la gravedad sin ningún tipo de reparo. Bebidas que no se derraman, sopas en vertical, huevos con yemas que parecen “operadas”… porque … no caen.
Es curioso como la historia ha invertido la razón de ser de esta singular extravagancia nipona, ya que si en un inicio su razón de ser era la de mostrar los platos occidentales, que empezaron a llegar al país con su apertura al exterior a principios del S XX, con ingredientes hasta entonces desconocidos para los japoneses. En la actualidad es el turismo occidental el que se sirve de estas réplicas para tratar de adivinar lo que se va a encontrar en la mesa, ya que no en todos los locales la carta se encuentra traducida al inglés. Así que… comida de plástico? Sí por favor.