Ayer hice una lista que llamé: 7 deseos de un foodie en confinamiento. En casa estamos todos bien, tenemos la suerte de seguir trabajando y sobre todo salud. Esta calma extraña me permite desear con más fuerza que nunca algunas cosas banales y añorar otras que echo mucho de menos. Casi todas tienen relación con la comida o la bebida y las tres últimas además con viajar. Ay viajar…..!
Para alcanzar esas tres creo que voy a tener que frotar una lámpara maravillosa, ver una estrella fugaz y soplar una vela de una celebración gorda… que exige más concentración, y todo a la vez. Por cierto, este no iba en la lista pero si entre vuestra familia o amigos se haya algún foodie desesperado haced que reciba en su casa su cesta de cumpleaños con esos caprichos especiales y comestibles. No lo va a olvidar.
Como soy de enero he tenido la fortuna de celebrar el mío con una buena cuchipanda y mucha gente, pero reconozco que en estos momentos eso sería lo más.
Vamos con esos siete deseos: los posibles y los imposibles. De los primeros estoy dando buena cuenta.
AQUI Y AHORA:
1.- Beberme media Rioja. Lo sé no he sido nada original, foodies o no foodies, nos hemos puesto todos de acuerdo en eso de que el vino ahoga las penas y alivia los encierros. Los expertos lo dicen: bebemos un montón en casa; cerveza, vino, gintonics y algunos hasta champán. Además nos ha dado por hacer mucha video llamada y no me digáis por qué siempre es …”para tomar un vino” o no?
2.- Ser chef y panadero. Ambas cosas al mismo tiempo. Más de 50 días sin poder sentarme en la mesa de un restaurante o apoyarme en la barra de un bar me ha llevado a cocinar tantas y tan diversas recetas que podría, de no ser por la que está cayendo, montar un restaurante. La carta ya la tengo, en los postres peras al vino, que como siempre tengo abierto…… Y por supuesto el pan también lo hacemos en casa y con masa madre!
3.-Cochinillo, cordero y entrecot. Imposible no caer en la tentación con tantas oportunidades que se han presentado de pronto como tener acceso a las mejores carnes, directamente del productor, a precios de derribo. No soy nueva en la compra online, pero reconozco que me he sorprendido a mi misma metiendo en el carrito un cordero entero, así tal cual.
4.-La dieta del chocolate. Con excepción de casos más complicados, sustituye la visita al siquiatra en una realidad que es una locura absoluta. Se empieza tomando la dosis habitual, para aumentarla progresivamente hasta triplicarla. Luego se pasa a la fase de exploración; la idea es probarlo todo.
LOS DE OTRA GALAXIA:
5.- Una hamburguesa en Nueva York. Cenar la hamburguesa de Brendan´s, una de las mejores de Manhattan, en la mesa de la chimenea gigante, mientras contemplo las vidrieras y la gente local en las otras mesas. Luego repetir.
6.- Galletas de genjibre en Londres. Ir a Fortnum and Mason perder la mañana entre sus estanterías, salir con una caja de galletas de jengibre y comérmelas en la cama del hotel. De una sentada.
7.- Macarons en París. Pasear por el mítico Boulevad Haussman y acabar comprando unos macarons en la tienda de Ladurée de La Rue Royale envueltos para regalo. Luego comérmelos todos.
Y aquí dejo estos 7 deseos de un foodie en confinamiento con el propósito de cumplir los imposibles y saborear los demás como nunca antes lo había hecho. Escrito queda para la historia. Mi pequeña historia personal.