Cuando me propuse hacer estos flanes de tarta de queso y caramelo pensé… está claro que me gusta “vivir al límite” en la cocina. Así es, aburrida del molde de Pirex rectangular en que llevo preparando esta receta de mi madre desde hace mil años, bueno no tantos, pensé que era buena idea presentar esta famosa tarta, que arrasa en todas la comidas, de forma individual como si fueran flanes. A fin de cuentas lo que más me gusta de esta receta de tarta de queso es el toque de caramelo que lleva.
Pues bien, ya que me alejaba de la zona de confort del Pirex de cristal en donde este postre se desmolda sin ninguna dificultad, para qué optar por flaneras de las de siempre? Como a veces retransmito en directo por Instagram Stories hice a mi audiencia la tonta pregunta de qué molde elijo? mostrando uno bien fácil y otro que era una especie de suicidio.
Evidentemente mi audiencia, que me quiere mucho, optó por la versión molde suicida que mola más y así es como me embarqué en esta aventura que no os recomiendo para nada. Eso sí, la receta ya os la vais guardando porque esta es la tarta de queso más fácil y rápida del mundo….. si se hace “en un molde amigo”. Y además está riquísima!
Entre todas las barbaridades en las que pensé para cambiar la forma de mi tarta-flan de queso decidí lanzar al ruedo este molde de Nordic Ware que es una preciosidad, y con el que hice también una cosa curiosa con una receta de helado. Como os dije salió vencedor y por la puerta grande de Instagram.
Ya me temía yo que me estaba metiendo en un jardín y aunque la elaboración iba a ser coser y cantar, en el momento de la verdad era muy probable que mis “flanecitos valientes” se quedaran para siempre ahí mismo, cada uno dentro de su cavidad. Os cuento la pesadilla, y el que quiera ahorrarse la lectura de mi hazaña puede pasar directamente al párrafo final donde se encuentra la receta.
Llegado el momento de la verdad, en efecto vi que aquello no salía de su sitio de ninguna de las maneras. Sé que no se deben desmoldar los flanes en caliente porque se corre el riesgo de que se rompan, y que conviene esperar a que se enfríen. Eso hice, e hice mal. Puede que esa consigna sirva para flanes más grandes, pero en este caso se trataba como veis de flanecitos pequeños y bajos y si hubiera sabido lo que me esperaba no hubiera dudado en dar la vuelta al molde nada más salir del horno. De hecho, creo que los voy a repetir hacíendolo para ver si funciona y así quitarme el mal sabor de boca.
El caso es que esperé hasta que el molde estuviera frío y lo que sucedió es que el caramelo del fondo se solidificó por completo. Sí, puede ser que fuera muy denso, eso también lo pensé, así que en la formulación de la receta os daré medidas exactas para que conseguir el caramelo perfecto, porque yo lo hago siempre a ojo y creo que la vista me empieza a fallar.
La cuestión es que tuve que enfrentarme a dos retos:
1.- Conseguir separar el flan del molde que parecía estar pegado con Loctite. Introducía un cuchillo plano con cuidado pero aquello era complicadísimo. Al final acabé destrozando el primero con tal de que viera la luz y ahí es donde me di cuenta de donde radicaba el verdadero problema. El caramelo del fondo estaba completamente cristalizado, no iba a poder sacarlo ni con un cincel, y ese almíbar era el que hubiera facilitado, si empapara el contorno del flan, su salida.
2.- El maravilloso caramelo. Si hay algo que me gusta de esta tarta, o flan, o experimento, es el caramelo y desde luego no estaba dispuesta a que se quedara dentro. Así que localicé una bandeja grande de Falcon en donde sabía que me iba a caber el molde de Nordic Ware; en este post podéis verla en la foto final. Puse una cacerola de agua a hervir en el fuego y la vertí dentro de ella; encima mis cinco rebeldes flanes. Entendía que con el calor de abajo, el caramelo acabaría fundiendo de nuevo, y vi claro que debía ser así y no de otra manera, ya que llevarlo al horno de nuevo hubiera sido lo fácil, pero la tarta no necesitaba más cocción. Cuando el agua de la bandeja templaba, la renovaba por otra más caliente. Y así, hasta que vi que milagrosamente mis flanecitos se separaban solos por efecto del almíbar que rezumaba de abajo a arriba.
Ahora sí, los flanes salieron pero…. una fina corona, quizá la parte más dura, seguía quedando fija en la parte más profunda del molde. Ningún problema, con un la ayuda de un cuchillo plano y mucho cuidado logré despegar una a una para colocarla después como véis sobre cada flan. Ideal!!!
INGREDIENTES:
- 4 huevos.
- 100 g de azúcar.
- 200 g de queso crema.
- 1oo ml de nata líquida.
- 150 g de azúcar
- 50 g de agua.
PREPARACIÓN:
- Batimos los huevos con el azúcar, añadimos el queso crema y la nata y seguimos batiendo.
- En un cazo preparamos el caramelo colocando el agua y el azúcar al mismo tiempo y sin remover hasta que esté dorado.
- Mientras encendemos el horno y colocamos agua sobre una bandeja para hornear nuestro postre al baño María.
- Vertemos el caramelo en el molde o moldes y después la masa de la tarta, o en este caso flan.
- Dejamos una media hora en el horno o hasta que la aguja salga limpia.
- Esperamos a que temple para evitar que se rompa al desmoldar.
Sin necesidad de complicaros la vida preparando esta receta en unos moldes tan especiales, tenéis varias opciones de presentación:
- Forma rectagular en molde Pirex de cristal.
- Forma redonda de tarta en un molde para tarta.
- Flanes individuales en flaneras de toda la vida.
Creo que preparar flanes de tarta de queso y caramelo es la opción más original, y con la que vais a triunfar. Aunque en cualquiera de los casos el sabor y textura de este dulce es espectacular.