Ya sé cómo hacer gofres crujientes como los de verdad y tengo a los chicos encantados de la vida. La historia se remonta al mes noviembre del año pasado cuando descubrí la gofrera de Nordic Ware en una tienda en Londres. Me pareció preciosa, pequeña, manejable, aunque… parecía un poco pesada para meter en la maleta con lo cual como hago muchas veces cuando viajo, me quedé con la copla y decidí ejecutar la compra desde casa, online, sentada en el sofá.
Si comprara in situ todo lo que encuentro interesante necesitaría una maleta extra, así que si localizo el producto en alguna web pospongo la compra para el regreso, si no sería una locura y francamente muy poco operativo. En el caso de este precioso stand cake, que procede del Williams y Sonoma de Miami, que me lo preguntáis mucho, no tuve otro remedio que cargar con él, es de mármol y pesa lo suyo, pero desde España no se puede comprar.
A lo que iba, lo primero que hice fue mirar si lo tenía Claudia en su tienda, porque tiene muchas cosas de Nordic Ware, y no, no lo tenía. Así que hablé con ella y le animé a incorporarlo. En cuanto lo tuvo fui la primera en saberlo, ya era mío!.
El segundo paso fue encontrar una receta auténtica de gofres belgas, de esos que crujen porque tienen como trocitos de azúcar dentro de la masa. Se trata de azúcar perlado; antes era más complicado de conseguir pero ahora se encuentra en hipermercados como Mercadona, Alcampo y en San Sebastián también en Super Amara. Si vivís en un lugar donde creéis que no vais a poder encontrarlo tenéis dos opciones; o comprarlo en Amazon, o si sois muy aventureros hacerlo en casa! En internet encontré la manera, aunque he de decir que no lo he probado así que no sé como resulta, y aviso que necesita un tiempo de reposo de veinte días.
Gofrera en casa, ideal por cierto y cabe en cualquier sitio, lo de dar con la receta perfecta para hacer gofres de Lieja, que el la localidad Belga de donde proceden, fue cosa de dedicar una tarde a bucear entre diferentes recetas hasta encontrar ésta que como no, realicé para el blog de Claudia con el que colaboro creando contenidos desde hace años.
Cuando recibió las fotos a Claudia le sorprendió el aspecto tan perfecto, son como los de Bélgica!! bueno…. yo me los suelo comprar en el aeropuerto de Frankfurt que los hacen perfectos, no he tenido aun la oportunidad de conocer el país del gofre. El caso es que efectivamente la gofrera dio la talla, y la receta también. Lo que veis es el primer intento! Alucinante.
A ver, que la intención de este post no es “venderos” la gofrera de Claudia; podéis hacer la misma receta con la que tengáis o si no la tenéis compraros la que más os interese, hay incluso algunos moldes de silicona muy económicos con forma de gofre que se hacen en el horno…. aunque en este ultimo caso estoy casi segura de que el resultado no va a ser como el de las gofreras tipo plancha.
Lo que sí me apetece es compartir con vosotros esta receta porque estoy segura de que si sois de los que echa de menos este dulce y le gustaría poder prepararlo en casa, me lo vais a agradecer de por vida. Y bueno, básicamente quería contaros la historia de como he llegado hasta este momento.
Si es cierto que hay una cosa que me gusta de ella, y es el tamaño de gofre que se obtiene. Es un tamaño pequeñito, para no ponerse morado, y que estoy usando muchísimo para los almuerzo de los chicos en el colegio. Así sin ningún tipo de topping de chocolate ni nada. Siempre será más sano que los ultraprocesados a los que recurrimos por no tener un pan del día a las ocho de la mañana para hacerles el bocadillo.
Muchas veces se llevan un trozo de bizcocho casero, pero el gofre es más consiente para que no se convierta en migas una vez dentro de la mochila. No sé vosotros pero yo me he encontrado verdaderos dramas de mochilas y bolsillos de cazadoras a costa de los “almuercitos”. Tela!
Para comer en casa, en la merienda, les pongo chocolate del bueno; del chocolate de tableta que te comerías sólo, concretamente el de Lindt de 70%. Al final usar buen producto no solo revierte en la salud sino en el resultado y el sabor de una receta bien hecha. También es una opción para ofrecer a una visita con un café, en ese caso se puede añadir sobre el chocolate algo de fruta, con el mango por ejemplo hace un contraste delicioso y resulta estéticamente muy colorido y vistoso.